Jamás te recuerdo porque nunca te olvido.
Tu cuerpo es la guarida favorita de mi cuerpo.
Y ahora tengo las arterias llenas de etcéteras,
y un corazón espartano,
y unas manos que creen en los milagros.
Y el límite de un temblor,
de conspiración divina,
cuando siento que el rumbo de tus sueños
coincide con mis pesadillas.
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